Disco: Exile
Género: metal Progresivo
Año: 2012
Origen: Reino Unido
Esta banda inglesa me impresionó cuando encontré su primer disco Trascendental (2006). Eran pocas y confusas las referencias que se daban de ella, destacando el virtuosismo de sus integrantes y bueno, la belleza de su vocalista. Sin embargo, bastaba escuchar su debut para percatarse de que se estaba frente a una gran promesa de la escena.
Formada en 2005, To-Mera buscaba un enfoque distinto dentro del metal progresivo. Su segundo material, Delusions (2008), les valió excelentes críticas y nominaciones, entre ellos el de Mejor Álbum de Metal Progresivo de la revista Metal Storm. Al romper con su disquera Candlelight Records, buscaron producir material de manera independiente con el EP Earthbound (2009).
De este modo y tras una larga jornada de composición sale Exile a finales de 2012, con una variedad y riqueza sonora tal como para colocarle como uno de los mejores del año.
El disco comienza con un breve preludio (la pieza más corta, pues las demás rayan entre los siete y once minutos) con sonidos folclóricos que remiten a la portada (diseñada por la vocalista) así como las ya conocidas variaciones que ofrece la agrupación a través de la guitarra de Tom MacLean (ex Extreme Noise Terror / Disgust / Mussolini Headkick), el bajo de Mark Harrington y el teclado a cargo recientemente de Richard Henshall, a modo de una carta de presentación.
En The Illusionist ya escuchamos la delicada y a la vez potente voz de Julie Kiss, quien ya se escucha más fluida, jugando con tonos más agresivos y rápidos sin dejar de lado esas vocales casi ambientales de Delusions, por ejemplo. Un contraste tan bien logrado entre voz y música pocas veces se hace.
Por momentos hay reminiscencias de progresivo setentero, con teclados imitando un Hammond o Paul Westwood detrás de la batería haciendo lo propio en un jazz mod. Además de los guiños de sus influencias romanticistas y clásicas, la combinación de estos elementos dota de un eclecticismo único y propio de bandas del género.
Así llegamos a su nuevo disco, Exile, que presenta lo mejor de sus producciones anteriores reunidas en un solo material; su Citizen Kane. Teclados que van hacia el latin jazz de Chucho Valdéz, guturales a lo Black y una gran cantidad más de elementos inesperados y geniales son lo que les espera desde la primer canción. Hay un gran equilibrio entre las vocales y las partes instrumentales, aunque el bajo no se alcanza a escuchar como quisiéramos.
Recomendable para quienes gustan del metal progresivo, aunque si les da un aire a lo Nightwish no se dejen llevar en absoluto; material que merece ser escuchado.
Por El Sátiro
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